Archivo septiembre, 2014
Convivir con la ansiedad y la depresión II
Por Diego Guerrero - Psicología - 2 septiembre, 2014
El día después…el principio del fin o un nuevo comienzo
¿Y ahora qué?, mi mente es un torbellino, estoy asustado, tengo miedo, mucho miedo, pienso con toda la certeza de que soy capaz que voy a morir en cualquier momento, víctima de un ataque cardiaco, una embolia, un aneurisma, que se yo…cualquier cosa.
Sufro, sufro como nunca había sufrido, no soy capaz de imaginar peor tortura que mi mente desatada, mis pensamientos más negativos, mis miedos más íntimos, todos a la vez, a una velocidad vertiginosa, tengo que esforzarme para parar, para frenar mi mente enloquecida.
El tiempo se detiene, ¿qué está ocurriendo?, no lo comprendo, estoy realmente enfermo, lo sé, los médicos se equivocaron, esto no puede ser solo ansiedad, no es posible, la opresión en el pecho me aplasta, siento como si una aguja de coser me atravesara, respiro de forma atropellada, mi corazón a punto de estallar, tiemblo, tiemblo de pura tensión.
Tengo que volver al médico, quizá llame a urgencias de nuevo, no, espera, aquí, a un paso hay un centro donde podrán atenderme, pero, no puedo, no puedo moverme, tengo miedo, esto no puede estar pasando.
Salgo a la calle, todo me da vueltas, me siento sin fuerza, no está lejos, sin embargo, parece una proeza imposible, no seré capaz, no voy a llegar, la gente me mira, saben que algo ocurre, no me gusta, quiero volver a casa….
….Aquí estoy, lo logré, no sé cómo, pero lo hice, sentado en una sala de espera, una cualquiera, limpia pero abarrotada, con ese olor característico, ya saben, mi mente divaga, aquí y allá, sin perder de vista mis sensaciones, ni mis pensamientos de muerte
El tiempo pasa, cada vez me siento peor, no tenía que haber venido solo, que me está pasando, nervios dicen, ataque de pánico, crisis de ansiedad, palabras vacías para mí, que significan, que está todo en mi mente, no me lo creo, imposible, ¿Cómo?. Acaso no siento lo que siento, y mis síntomas… son una invención.
Ya estoy dentro, cuarenta minutos esperando que bien parecen días, “Buenos días Doctor”, parece una persona agradable, fíjese lo que me ocurrió ayer, me enviaron a casa, todo estaba bien, pero, sigo con síntomas, mi cabeza va a estallar, me resulta violento contarle… pensará que estoy loco, loco de remate.
Conforme le relataba lo ocurrido me di cuenta de que no parecía asustarse, no se inmutaba, acaso no era consciente de la gravedad del caso!!!, “Doctor, me encuentro muy mal, siento presión en el pecho, dolor en el brazo, mi corazón late desbocado” No, no consumo drogas, ni alcohol, ni tan siquiera fumo, de acuerdo, mi alimentación no es la mejor, pero…
“Vamos a echar un ojo, siéntese aquí y quítese la camisa”, “túmbese”, … … … tic tac, tic tac, no hay nada fuera de los parámetros normales, tensión bien, pulso bien aunque algo acelerado, auscultación perfecta, electro sin incidencias, entonces “¿Qué me pasa Doctor?”
Ahora lo veo de otra manera, está interesado, empatiza con mi situación, quiere realmente ayudarme y sin embargo, no puede, no tengo nada… “haremos una analítica completa y veremos”… coincide con el diagnóstico anterior, ansiedad, nervios, no pasa nada, es muy común en estos tiempos, tómalo con calma, tus síntomas pasarán, dice, vuelve en una semana, mientras tanto me receta una caja de ansiolíticos, se acabo mi tiempo.
Estoy más tranquilo, quizá tengan razón y sea solo ansiedad, algo menor, pasajero, no tengo nada, he podido verlo con mis propios ojos, como van a equivocarse varios médicos diferentes, o tal vez sí, todo es posible, no sería la primera vez…
Es preciso usar la lógica, si, la lógica y el sentido común, sin embargo es muy muy difícil hacerlo cuando nos encontramos en una situación como esta, nada nos convence, o al menos no por mucho tiempo y aun así, debemos terner claro que descartadas otras patologías, sabemos, aunque no seamos capaces de creeerlo aún, que en realidad no tenemos nada físico, todo está en nuestra mente.
El paso más importante del ciclo de la ansiedad es el momento en que empezamos, muy poco a poco al principio y con mayor facilidad conforme pasan los días, a darle crédito a la evidencia, a las múltiples pruebas, las opiniones de los distintos médicos a los que hemos visitado. Ese y no otro es el instante, el punto de inflexión en el que empieza en realidad el largo camino que nos lleva a la curación, a la libertad, a recuperar nuestra vida y nuestros sueños.
Es imprescindible empezar a trabajar desde el minuto cero, si, lo sé, parece imposible, y por eso precisamente, es necesario, tanto como respirar, cuanto más tiempo pasemos dentro del círculo vicioso de la ansiedad, más nos costará salir de él.
Se trata de un formidable adversario, pero no invencible, eso nunca, a lo largo de estas páginas aprenderemos a conocerlo, a tratar con él y a convivir a su lado, desde el primer envite, hasta que llegado el momento desaparezca. Adelante.
JUNTOS PODEMOS!!!